como no sé cómo se llama en castizo castellano aquella partecita de la espalda que ya no es espalda pero que no alcanza a clasificar como culo, no puedo decir qué es lo que tanto me duele. pero me duele-duele, con dolor punzante, con corrientacitos finos, cuando paso el peso de la planta izquierda a la derecha. y es entonces, maldita precisión, cuando en mi oreja resuena "cada vez que te duele el cuerpo te vuelve la angustia". así, como un relojito. no pego el ojo--dos de la mañana, tres, tres y media, un libro chino escrito en francés (puaj, la verdad, pero a lo mejor es pura resistencia) y la clásica cantinela de panicus academicus: ¿en noviembre? ni a bala. no se puede, yo no puedo. tendida en el futón verde me imagino emprendiendo la huida, pero hoy es diecisiete y lo recuerdo a él, ícaro de piedra, lanzándose de cabeza a la cascada. aunque duela hay que sostenerse. yo, obvio, estoy muriendo de miedo.
pd. es tarde para esto, lo sé, pero por motivos edípicos et als., hoy me enamoré de ella.
3 comentarios:
A bala todo se puede. A puñal también. O se puede o se muere en el intento, pero morir es una manera de poder por desaparición de la premisa existencial básica. Ánimo con eso. Ya casi sale.
Siéntese bien y cuídese esa espalda.
inhalo. exhalo. me siento derechita y escribo un párrafo que comienza así:
Buena chica.
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