febrero 24, 2009

unheimlich (ish)

I.
tenía siete años y me duchaba todas las mañanas con mi muñeca. Lisa. a diferencia de las muñecas de mis amigas, Lisa no tenía los brazos doblados ni porte de modelo. era delgadita y tenía un incipiente busto; la boca en pico, ligeramente abierta y cara de adolescente. una mañana, después de enjabonarla, Lisa sonrió y yo vi sus dientes. ¿cómo era posible que de repente se vieran sus dientes, si hasta ayer su boca era una simple oquedad de plástico? la miré con cuidado pero la sonrisa había desaparecido, como enjuagada por el agua tibia.
II.
estaba en el apartamento vacío del vecino, cuidando de mi/su (nunca nuestra) gata. él ya se había ido, mucho después de planearlo, poco después de contármelo. yo lloraba la separación y la soledad y acariciaba el ronroneante lomo de la Horla. de pronto ella se estiró, me miró a la cara y, sin levantarse por completo de mi regazo, puso sus patas delanteras sobre cada uno de mis hombros. me dio un abrazo petrificante.

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