hay días (bueno, luego también hay meses, hay años--no sé si haya décadas, pero al paso que vamos estoy pensando que también podría haberlas) en que el significado es más fuerte que las cosas que lo contienen. todo dice, todo habla. y uno, ensartando letras como cuentas transparentes, siente que va a enloquecer de tanto leer. sin embargo, lea usted esto a otros y verá en sus ojos la cara de desconcierto: todo existe sólo en la escena paranóica.
por eso todo termina así: lo siento. la culpa es (siempre) mía.
6 comentarios:
Me gusta el concepto "escena paranoica".
Lo anotaré en mi libretita inexistente.
Yo renuncié a querer argumentar/presentar cosas cuando me di cuenta de que lo que quiera que escribiera iba a ser leído por los demás como les plazca. Ahora me resigno a decir.
anótelo, y dele la mitad del crédito a Dalí.
exacto, Javier. no hay cómo hacer que NINGÚN mensaje llegue a destino...
y eso a mí me aterra.
Debo confesar que a mí la comunicación (es decir, la idea de transmitir una idea de una persona a otra) me parece tan milagrosa que no me aterra en lo más mínimo que casi nunca pase. Más bien disfruto las pocas veces que un porcentaje razonable de lo que quería decir resuena del otro lado y parece medianamente correcto.
¿No le parece emocionante que de tanta comunicación fallida surjan amistades y se compartan felicidades?
Algo en el fondo tenemos que estar haciendo bien.
sí, me emociona. sólo que a veces se me olvida. gracias por recordármelo. :)
como las palabras se me atoraron en la garganta los dedos quedaron huérfanos, pero ahí van unas que no resistieron, también me pasa chicos. Y que bueno que Javier nos recuerda lo que nos recuerda. Que bueno.
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