me han gustado cosas de las que me he arrepentido diez años después. muchas. en cambio, no son tantas las que siguen gustando durante más de una década, no por nostalgia sino porque uno sigue creyendo que son buenas. hablo de música. (podría estar hablando de otras cosas, también, pero ahora hablo de música). no es que haya sido la más camaleónica en materia de gustos (madonna será muy ícono y lo que sea, pero a mí nunca me ha gustado. quélevamoacé), pero he tenido una ancha banda de gustos. de las cosas que diez años después, no: veinte años después, me siguen gustando hay una: el charly. y no es su bigotito bicolor, ni sus retorcidos dedos de momia mal guardada, ni su inmortal sintetizador, ni su demasiado ego. es que, para mí, el tipo es genio. no que todo lo que haya hecho es bueno sino que entre lo bueno hay muy muy bueno. claro, dulce suigeneris todo bien y tal, pero la máquina, la máquina es perfecta. y el unquestionable bajo en fanky y todo chicas que es un trip, y la hija (que, dios, si no fuera por chipichipi sería perfecto, porque con esa guitarra todo se debería poder) y el hello! en el que todo suena bien. y rocanrolshó, si se le da la gana, y película sordomuda, porque el piano todo lo puede, y cinco versiones de happy and real, y casandra lange, y...
así, me he de confesar fan de charly.
y les digo, que sólo este infinito cariño que le tengo a lo que ya ha hecho, sólo la esperanza de que lo que hará después será igual de bueno, sólo mi fe en su talento me permite perdonarle este adefesio.
charly, rehabilítate si quieres, destruye hoteles si quieres, adelgázate, engórdate, píntate el pelo de amarillo, cámbiate el apellido, haz campañas contra las drogas o usalas todas, amígate peléate con palitortega o con maradona o con quien sea: no-me-interesa. pero por favor, plis, haz música de verdad.
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