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cuatrocientos treinta posts comenzados, todos abandonados a medio camino. para quién diablos se escribe, he ahí el quid del asunto. el dedo índice de la mano izquierda adolorido, hecho una pera, amoratado, gigante. ¿qué cosas no se pueden hacer sin un dedo? ah sí, el corpiño, dijo ella. ¿será diferente si es el índice? ya lo sabré. me duele al escribir "barbaridades". la palabra, por supuesto. pero también duelen "relativo" y "gabinete". un cubo de hielo, entonces, y pierdo la sensación en todo el dedo. qué raro que es un miembro anestesiado. parece como si dejara de ser propio y se volviera de alguien más, como un miembro fantasma al revés. y bien, es noviembre y tengo ganas de comer carne. a veces me pasa: o me dan vaca o asesino y como del muerto. vaca y vino, preferiblemente. ¿qué se sentirá ser vegetariano? pero también, ¿qué se sentirá ser vaca comida? no es que se pueda prescindir de las gafas, pero por primera vez en la vida las olvidé en casa. intenté estar todo el día con los lentes de contacto pero no pude. sin gafas me siento desprotegida, semidesnuda, idiota y sorda. lástima que los lentes de contacto sólo arreglen la sordera. al regreso todo era luces sin forma, sin dirección y sin sentido. estuve a punto de cambiar la bicicleta por un bastón pero tampoco eso hice. hay mañanas en que uno está con menos ganas de sostener sobre el peso de la propia ficción -mimportatoduncarajo-. pero despertarse es de lo más reaccionario, y uno vuelve a pararse sobre sus dos pies y se esfuerza por llegar a tiempo, justo cuando la noche anterior ha soñado que llega tarde a todo. estamos fantásticamente bien de sublimación, me diagnostico, y procedo a comerme todas las uñas de la mano derecha.